Mi
infancia son recuerdos de expresión ilimitada,
donde
el sonrojo no era vergonzoso para mi meollo,
donde
dar amor era tan solo bonanza indolora,
y
donde caerse no era más que un rasguño sin suplicio.
Más
después de despertar de esa quimera
fui
almacenando desdichas y memorias
en
una pequeñez tal como la de una diminuta caja,
en
la que coloqué los tópicos más sustanciales de la humanidad.
El
primer amor que empieza con locura y termina con dolor,
el
primer desengaño aparentemente infranqueable,
la
primera vez en sentir aflicción por estimar y no ser correspondido,
El
sentirse incomprendido y desamparado por no tenerte conmigo.
Atesoré
también lo óptimo de vivir,
el
inquietante movimiento interior al mantener un contacto ínfimo,
el
primer abrazo que hizo florecer en mi gotas de emoción,
ésa
sensación de flotar sobre nubes al enamorarse...
Ahora
acabo de sentir ése anhelo de nuevo,
ésa
apetencia de sentarme a tu vera y transmitirte mi pasado,
para
que puedas saber cada milímetro de mi sin engaño,
para
que puedas amarme en mi totalidad.
Destapamos
mi pasado sentadas junto al presente,
sentiste
mi dolor y mi alegría en cada trance,
viste
quien me hirió y quien me quiso hasta morir,
Viste
mil y un instante en mi caja.
Sólo
a ti te he desvelado el secreto de mi vida,
sólo
tu has visto todo mi dolor y como pude con él,
y
ahora sólo te pido a ti que te quedes con esta caja,
para
reconstruir otra llena de felicidad a tu lado.
Ya
me tienes toda por ti, sin más te digo que te quiero
tu
sonríes, con los ojos encharcados y conmovidos,
Me
das una caja distinta, tu mirada pide que la abra.
La
obedezco y veo que dentro hay una nota,
reconozco
tu caligrafía escribiendo : INFINI.
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